El Bollo, un mantecado escarchado en forma de trébol de cuatro hojas, es el símbolo gastronómico que da nombre a la fiesta más antigua de la ciudad, surgida en 1892 para celebrar la llegada de la primavera y el final de los rigores culinarios de la cuaresma.
El Domingo de Resurrección los padrinos y madrinas obsequian a sus ahijados y ahijadas con un bollo elaborado con mantequilla, harina, huevo y azúcar.